miércoles, 23 de septiembre de 2009

3ª fase?


Os cuento algo que me pasó y que no se bien como clasificar. Volvía del trabajo, acababan de dar las siete de la tarde, pero como era invierno la oscuridad era casi total. Debo aclarar que mi puesto de trabajo estaba en plena naturaleza, ya se que suena extraño pero os aseguro que es verdad. Hago esta puntualización para que entendáis que cuando digo que la oscuridad era casi total no exagero, ya que para llegar a mi casa debía recorrer una carreterita de montaña con más curvas que un ocho borracho y sin otra luz que la que me proporcionaban los faros de mi coche y de los que se cruzaban conmigo.
Bajaba yo tan contenta con la música acariciándome los oídos (Serrat, por supuesto) cuando el coche empezó a desacelerarse por si solo. Hice todas las cosas que podéis suponer que se hacen en estos casos, frené, cambié de marcha, reduje, bombeé el freno de mano, vaya lo normal. Frenar, frenaba pero no conseguía acelerarlo y cuando le daba al acelerador sentía el aumento de revoluciones pero eso no se reflejaba en la velocidad del coche, era como si rodara en punto muerto.
Finalmente me encontré con un pequeño repecho y por la propia inercia el coche fue parando poco a poco hasta que tuve que echar el freno de mano para evitar recular.
Puse las luces de emergencia, paré la música y salí del coche con la ingenua intención (ya que no se ni donde se pone el agua del limpiaparabrisas) de ver que le pasaba al coche.
Me tendrías que haber visto, miré el coche por delante, por detrás por los costados, lo paré, lo puse en marcha, lo volví a parar y al final le pregunté a voz en grito "pero que te pasa".
Por supuesto no obtuve respuesta ni a esta inquisitoria pregunta ni a todos los improperios que le lancé al pobre trasto.
A estas alturas estaréis pensando en el móvil, ¿a que si? pues claro pero...como siempre que es imprescindible el móvil no tenía batería, aunque estaba segura de haberlo cargado la noche anterior.
De repente vi luces y pensé "Ah, ya está, ahí viene la ayuda", y me dispuse a parar el coche del cual vislumbraba las luces. Pensé que aún debía estar a cierta distancia ya que las luces iban y venían y no oía el rumor de ningún motor.
Y las luces iban y venían, iban y venían, iban y ¡VENIAN!, sí que venían pero eran luces de colores, todos los colores del arco iris formando un indescriptible abanico multicolor.
Me quedé boquiabierta sin entender nada.
Cuando pude cerrar la boca y obligar a mi cerebro a pensar me di cuenta de que las luces estaban justo detrás del siguiente montículo por lo que, fuera lo que fuera lo que proyectaba aquellas luces quedaba oculto a mis ojos.
Como pude desparalicé mis músculos y di un paso adelante, dos, tres... cuando iba a dar el cuarto las luces se movieron y una suave brisa coloreada, si, si, no se como explicarlo mejor, la brisa era coloreada y me rozó.
A partir de aquí todo se precipitó; mi falda revoloteó, los cabellos se apartaron de mi cara, la brisa coloreada giró, las luces se desvanecieron y en mi coche de encendieron las luces que no había notado que se hubieran apagado.
....
¿Qué fue?
Si tenéis una respuesta lógica y razonable, por favor no me la contéis, me gusta el recuerdo de aquel episodio así, con misterio, sin explicación y con una suave brisa coloreada acariciando mi cerebro.

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